Yusuf habla poco pero observa mucho, sobre todo a su admirado padre, que además de instruirlo parece ser la persona que mejor lo comprende.
El lenguaje de Yusuf es básicamente la mirada y el gesto, como la propuesta de Kaplanoglu, una propuesta sensible e intimista, muy visual.
Yusuf anhela un premio en la solapa que da el maestro a los alumnos más destacados. Bonito paralelismo con el director del film, ganador del Oso de Oro en Berlín por saber plasmar en la pantalla sentimientos como este.
Película para amantes de lo sencillo y auténtico, de lo natural, de ir al campo a recoger miel, de ir al colegio pisando charcos de barro, de admirar al viento azotando las copas de los árboles.

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