dilluns, 29 de novembre del 2010

Homer-fobia

Pancho y la patata

Pancho caminaba con las manos en los bolsillos, despacio, mirando al suelo y golpeando una piedra redondeada hasta volverla a alcanzar, desviándose del camino si era necesario. Poco habilidoso como era en las artes del balompié, tras uno de los chuts la piedra se escoró hasta el borde de la calle. Allí, apeada en el bordillo de la acera, una patata yacía abandonada. Pancho se la quedó mirando. Por alguna razón esa hortaliza le llamó sumamente la atención, hasta dejarlo atónito. ¿Como habrá llegado hasta aquí? Se preguntó. Su piel grisácea y rugosa, sus motas oscuras, sus incipientes brotes, su forma irregular y su aspecto compacto contrastaban con una apetitosa, jugosa imagen proyectada en la cabeza de Pancho. Se preguntó entonces si ella se había cruzado en su camino o viceversa, quizás era él quien se interponía en el devenir de esa patata, destinada a otros menesteres ajenos a su persona.
Quiso comprobarlo, así que volvió hacia atrás y retrocedió unos metros sobre sus pasos, con la piedra en su mano. Soltó la piedra con la intención de golpearla de nuevo, si por segunda vez se acercaba al tubérculo, se llevaría la patata, en caso contrario seguiría su camino como si nada. Así lo hizo, propinó una patada con la punta del zapato al guijarro, y éste se deslizó en línea recta, frenando suavemente no muy lejos, en medio del camino. Dejó atrás la piedra y la patata y siguió su andadura.
Cuando llegó a su barrio, cerca del centro, aún no había conseguido olvidar del todo el episodio, su cerebro y su estómago se habían aliado para que eso no ocurriera. Decidió comprar algo de comer en el supermercado de la esquina, y cual fue su sorpresa que al llegar a la sección de verduras, ella estaba ahí, entre otras muchas, pero era ella, seguro, con sus raicillas, sus manchas características, su forma de luna creciente abollada. Se alegró de verla primero, luego se preguntó que clase de establecimiento recoge alimentos del suelo, y mientras lo hacía una mujer empezó a tantear la caja de las patatas. Cogió una, no era ella, la segunda tampoco, empezó después a palpar las demás, entre ellas la patata de Pancho (puesto que ya la consideraba suya a estas alturas), pero se llevó otra, y luego otra. Sospesó la bolsa, hizo un amago de irse, pero no, finalmente agarró otra, y esa si era ella, y la añadió a las demás.
Pancho se quedó blanco, traspuesto unos instantes, pero luego volvió a pensar en la piedra y en el camino, en el destino de la patata y en el suyo. Caminos paralelos sin duda, pero no se van a cruzar, concluyó.
Resignado y hambriento, dejó el supermercado sin comprar nada, y para relajar su atribulada mente se dirigió a su restaurante favorito, sin intención de probar ni una sola patata. Se sentó en la terraza, pidió un vino y una gaseosa, una sopa de calabaza de primero y cordero con guarnición de setas de segundo. Tras hojear el periódico tranquilamente, devoró la sopa con sorbos acompasados y veloces y esperó por la carne. Al poco tiempo emergió de la cocina una mujer de aspecto conocido para Pancho, la había visto justo ese día, hacía muy poco, en el supermercado, se dirigió a él y le pregunto con una sonrisa en los labios, lo siento, se nos acabaron las setas por hoy, ¿le apetece puré de patatas como guarnición?

dilluns, 22 de novembre del 2010

La promesa

Va trencar la seva promesa, malgrat haver jurat no abandonar mai aquell indret, es va encaminar amb pas ferm i es va anar allunyant sense mirar enrere. Deixava no més de quatre bons records, clavats al pit com dagues ardents que anaven fent la ferida més gran a cada pas.
No vull estar trist, va dir abans de marxar. Durant la seva estància havia estat motivat, poruc, alegre, confiat, decebut, emprenyat, esperançat, eufòric i finalment trist. I aquest era l'únic estat amb el qual no podia, no sabia lluitar, el paralitzava, el bloquejava mentalment.
Quan va arribar a un punt del que ja no podria tornar, va recordar un altre cop el dia de la promesa. Aquella melangiosa i insomne nit es va aixecar, es va preparar un whisky amb gel, es va asseure a la terrassa amb les cames recolzades a la taula, va mirar al cel, va pensar en tot allò que havia anat a cercar en aquell lloc i es va prometre lluitar fins el final, no defallir mai. L'endemà la llum del sol havia esborrat els estels, però els seus somnis continuaven allí. Els dies es succeïen i a cada nit estrellada renaixia l'esperança entre ombres i pampallugues, però sempre el preu a pagar era massa alt. Havia estat més d'una vegada a punt d'enxampar la seva sort, l'havia tingut a tocar amb la punta dels dits, però llavors, o bé aquesta no era més que una burlesca enganyifa, o bé es volatilitzava amb una bafarada de vulgar realitat.
Es distanciava de pressa, gradualment va anar endinsant-se en espais desconeguts, parant atenció a tot el seu voltant. En un moment donat va adonar-se que ja res li era familiar, ni els colors, ni el so del vent, ni les fisonomies dels vilatans, ni el cant dels ocells, ni les pedres del camí. Era justament el que buscava, un nou decorat on anar drenant l'enyorança i els somnis trencats, i on edificar una nova realitat, ordinària i assequible, amb els peus a terra i el cap entre les espatlles.
Quan una promesa es trenca segueixes vivint, però quelcom profund desapareix dins la teva ànima.

Text inspirat en la cançó The Promise, de Bruce Springsteen.
http://somnisibatecs.blogspot.com/2010/09/promise-bruce-springsteen.html

dijous, 18 de novembre del 2010

Buried (Rodrigo Cortés, 2010)

Que una película con un solo actor y un solo escenario de poco más de dos metros cuadrados consiga entretener durante todo el metraje ya es suficiente razón para considerarla buena. Ese es el principal mérito de Buried(Enterrado), aunque no se queda solamente en eso, puesto que ademas consigue transmitir sensaciones como miedo o angustia de manera acertada, y de paso realizar algo de crítica y reflexión sobre el papel de las instituciones en los conflictos armados o terroristas respecto a la gente que los sufre.
Paul Conroy (Ryan Reynolds), un contratista estadounidense destinado a Iraq es secuestrado por un grupo terrorista y enterrado vivo con un teléfono móvil y poco más. A partir de entonces empezará una cuenta atrás en su lucha por la supervivencia.
Rodrigo Cortés podría haber usado algunas escenas exteriores para amenizar y descongestionar al espectador en algunos instantes, pero entonces la película se hubiera convertido en mucho más convencional y menos interesante desde el punto de vista cinematográfico, por lo que me parece muy acertada su elección a la vez que arriesgada, pese a recurrir en ocasiones (muy pocas) a algún artificio para rellenar la trama. El final es sencillamente apabullante. Recomendable para cualquier espectador que no sufra de claustrofobia.

El Eclipse (Michelangelo Antonioni, 1962)

El eclipse es una película sobre la dificultad de las relaciones humanas en el mundo moderno, cada vez más dominado por el dinero y la incomunicación, y por tanto sigue vigente su mensaje casi cincuenta años después de su estreno.
Cuenta las dificultades para amar de Vittoria (Monica Vitti), que acaba de salir de una relación, y Piero (Alain Delon), que antepone sus negocios a cualquier otro aspecto de su vida.
Antonioni usa pocos diálogos y mucho lenguaje cinematográfico de un modo que solo un maestro sabe hacer, como por ejemplo la magnífica escena inicial, en la que se palpa la tensión en el ambiente mediante miradas, gestos, y largos planos angustiosos, o como en las tomas que transcurren en la bolsa de Roma, con el estresante bullicio de brokers y hombres de negocios gritando y corriendo. Usa también elementos metafóricos, como el propio título de la película o ese edificio a medio terminar donde se citan los protagonistas en la parte final.
A todo ello contribuye la excelente interpretación de los actores, especialmente de Monica Vitti, que se come literalmente la pantalla. El argumento va avanzando sin que aparentemente ocurra gran cosa, utilizando pequeños detalles que van dejando en el espectador las sensaciones que quiere transmitirnos su creador. Esto convierte la película en apta solo para cinéfilos o espectadores que busquen algo más allá del mero entretenimiento, como en todas las obras del director italiano.
Me quedo con una frase pronunciada por Vittoria al ser interrogada acerca del compromiso de su amor, y que refleja lo comentado anteriormente, “Querría no quererte, o quererte mejor“.

dijous, 11 de novembre del 2010

La gota

Un migdia clar d'estiu va ocórrer que, un aire sobtat a les capes altes de l'atmosfera va originar una nuvolada, blanca i cremosa inicialment, gris i amenaçadora després. Va ser aleshores quan la nostra protagonista va tenir consciència d'ella mateixa per primera vegada. Quan se’n va adonar, ja estava en caiguda lliure, allargassada i veloç com una fletxa, transparent i freda com una candela. Tenia la vista posada directament cap a baix, i va poder apreciar primerament una munió de colors i tons diversos, heterogenis, però de seguida la nota dominant fou un verd que es tornava més proper, més humit i més feréstec per moments.
Sense gairebé temps a reaccionar va notar l'impacte, es va estremir i es va deformar de diferents maneres fins a assolir la seva originària forma de gota, arrodonida, cristal·lina, relaxada. Un pollancre va ser casa seva en aquest període amigable però breu, doncs poc a poc començà a esmunyir-se de la base cap a la punta de la fulla que l'acollia, fins a quedar suspesa un segon just abans de caure. Una altra fulla va ser el deu destí, pocs centímetres més avall, i aquesta operació es va repetir unes quantes vegades, per divertiment de la gota. Enjogassada, va plantar-se finalment en una branca, i va quedar estàtica.
Es podria haver quedat allí, fins a evaporar-se amb el sol de mitja tarda, o fins a ser xuclada per qualsevol bestiola arbòria, però vet aquí que al seu costat, a només un o dos mil·límetres, una altra gota d'una mida similar a ella reposava igualment. De seguida, sense saber perquè, va sentir una forta atracció cap a ella, feia esforços per apropar-s'hi aprofitant la seva volubilitat, i la distància es va anar escurçant cada vegada més. Sobtadament, com per art de màgia, les dues gotes es convertiren en una de sola. Es va veure llavors més plena i més forta, i es va preguntar si era ara un sol individu crescut, una parella compartint parets o un depredador. Però poc temps va poder reflexionar, doncs la seva nova mida li va provocar certa inestabilitat en aquell branquilló, i va començar a relliscar un altre cop.
Lentament, recorria longitudinalment la branca, i pel camí anava absorbint una sèrie de petits gotims que restaven a la superfície, això feia augmentar el seu volum, pes i velocitat de desplaçament. Quan va arribar al final de la branca era ja una gotassa considerable i es va quedar penjada novament, arrossegada pel seu propi pes, en forma de llàgrima a punt de caure. A sota, un rierol xiuxiuejava entre arrels, rocs i vegetació de ribera.
La unió amb el torrent era inevitable, durant la breu precipitació cap a ell va pensar en tot el camí recorregut fins llavors, i es va imaginar que li esperava en el futur. Va tenir por de perdre la seva identitat entre la multitud, però tenia la certesa que algun dia, després d'un calm i llarg període, tornaria al cel d'on havia vingut, tornaria a nàixer en forma de minúscula gota i tornaria a tenir emocionants i entretingudes aventures.

dissabte, 6 de novembre del 2010

El dimoni

Va guixar un gran cercle al terra amb el color vermell i va dibuixar una sèrie de símbols més o menys estranys o sinistres, guiat pel gran llibre de pàgines grogues trencadisses i gruixudes que consultava minuciosament. Quan va acabar tot el dibuix, es va posar al mig amb el llibre obert i va començar a recitar en un idioma desconegut per a ell, paraula per paraula, de forma solemne i amb la veu agreujada. Al acabar, un silenci sepulcral va envair la cambra, una espècie de boira sortida de qui sap on es va apoderar de tot l’ambient i va fer dos passos enrera. El centre del cercle va fer un espetec que el va llençar contra la paret, i entre el fum i la boira va emergir una silueta misteriosa, esgarrifosa potser, que va anar prenent forma amb rapidesa.
Era de pell vermellosa, d’un metre aproximadament, ales minúscules, banyes incipients, cua més o menys llarga amb acabat triangular i potes del revés amb peülles al final.
Se’l va mirar de dalt a baix, va revisar la fotografia del llibre, i va dir,
Ets bastant patètic.
I que vols!, li respongué el dimoni, has fet la invocació a la cuina, no has pronunciat be les paraules en llatí i aquest llibre és de la Aramis Fuster. En fi, digues el que vols.
Vull escarmentar als ganàpies del col•legi, que em treuen l’esmorzar i em donen pallisses.
D’acord, anem-hi.
No et vull ofendre, però crec que aquests nois et poden, portes una forca?
No.
Treus foc per la boca?
No.
Saps volar?
No.
Tens algun poder?
No, però se parlar en llatí de pressa, fa bastant por.
Ets patètic, ja t’ho he dit, així no farem res, te’n pots tornar, no em fas cap servei.
No puc, he de complir una missió per tornar.
Que?, doncs a veure, no se, em podries fer els deures al menys, saps matemàtiques?
No.
Anàlisis sintàctics?
Que? No.
Ciències?
No.
Socials?
No.
No saps res!
Es que a l’infern no hi ha escoles.
Em pensava que era un lloc horrible l’infern! Saps jugar a alguna cosa?
Si!, m’agrada agafar objectes amb la ment i estavellar-los contra les parets.
Però si això és un poder!
En serio? Pensava que era d’allò més normal.
L’endemà, van poder donar una lliçó als brètols de l’escola amb la telequinesi. L’entrepà robat es va tornar una arma llançadora contra els caps buits dels agressors, de la mateixa manera que les monedes i algunes llibretes o d’altres estris dels alumnes. Al final del dia, amb la vermellor de la posta de sol, el dimoni desapareixia entre allargades ombres i un sobtat vent rescalfat.
Ens tornarem a veure?
I tant!, mentre dormies he aprofitat per robar la teva ànima, o sigui que ens veurem aviat, molt més aviat del que et penses.