dilluns, 31 d’octubre del 2011

El Ilusionista (Sylvain Chomet, 2010)

Ternura i detallismo, son las dos principales cualidades de El Ilusionista, ternura por la forma de narrar la sencilla pero entrañable historia de Tatischeff i Alice, detallismo en el dibujo, cada plano es una delicia visual, los pintorescos personajes, los paisajes, las ciudades, las calles, uno a veces no sabe donde mirar en la pantalla y tiene la sensación de que a cada cambio de imagen se ha perdido algo. La historia en si sería desgarradoramente nostálgica si no fuera por las divertidas caracterizaciones (no solo de los personajes principales, sino más incluso de los secundarios o simples extras animados) y los gags al estilo Jaques Tatí, algo lógico si tenemos en cuanta que el guión lo escribió él (con guiño incluido de la película Mi Tío).
La película esta ambientada básicamente en escocia, en un pequeño pueblo primero, y en la bonita ciudad de Edimburgo después, la recreación de dichos ambientes en los años cincuenta es una auténtica maravilla, dando una impresión poética y melancólica de los mismos, acorde con las vivencias de los personajes.
Tatischeff es un veterano ilusionista que se gana la vida como puede viajando y actuando con sus números de cartas y conejos sacados de la chistera, entre otros clásicos. En un pueblecito escocés, lugar acogedor y en donde todavía no se ha perdido el interés por ver a un ilusionista, conoce a Alice, una joven camarera sin familia. Alice todavía cree en la magia, lo que le hace sentir una inmediata admiración hacia él. Ella decide seguirle a Edimburgo, donde se harán mutua compañía. El argumento a partir de ahí recuerda mucho al Candilejas de Chaplin, con el mismo ambiente de artistas en declive y el contraste entre el viejo incomprendido por un mundo moderno que ha perdido la ilusión por la magia y la joven inocente que poco a poco irá abriendo las alas y ya no necesitará la protección y los cuidados de un hombre mayor.
El filme transcurre con muy pocos diálogos, de una forma muy visual, y con una excelente música de acompañamiento. Un placer para los aficionados a la animación clásica, donde una mezcla adecuada entre humor y nostalgia dejan al espectador blandito y con ganas de saber más sobre las vivencias futuras de los dos protagonistas, sobre todo tras ese espléndido final.

dilluns, 24 d’octubre del 2011

En Miquel i el fantasma

En Miquel anava escoltant les campanades, retronaven dins el seu cos i feien tremolar en excés els seus delicats timpans. Tenia gana, sed, mal de cap, son i avorriment. Les deu de la nit, ni sabia quantes hores portava amagat en aquell forat humit pedregós i pudent. Però era preferible restar encabit allí, sota les beneïdes i velles pedres de sota l'església, que arriscar-se a sortir fora, on el fantasma recorria impunement els carrers i algunes cases poc vigilades.
De tant en tant es sentien les veus dels vilatans i familiars directes, el pare, la mare, l'avi, la padrina. En Miquel però no obrí la boca, conscient de la perillositat exterior. De fet patia pels seus, convençut que la seva gosadia era fruit de la ignorància, de la manca d'una correcte percepció del perill present.
Al rebre les onze campanades en Miquel ja s'havia fet a la idea de passar la nit allà ficat, i començava a estar relaxat al comprovar la solidesa del seu amagatall, fins i tot es permetia fer cabòries sobre el que diria quan s'acabes el setge del espectre, i com afrontar futures aparicions que de ben segur arribarien, donada la naturalesa empallegosa i eterna d'aquest tipus de criatures. Com és sabut els fantasmes s'alimenten de la llum espectral de la lluna en fase creixent o plena, és a dir que segons els seus càlculs li quedaven unes vuit hores per tornar a casa, a la primera llum de l'alba.
Fora continuaven les veus i les llanternes enceses a munt i avall. Fins i tot semblaven escoltar-se veus resant a través de les escletxes de les esquerdades parets de l'església. A en Miquel li tranquilitzaven aquests precs, doncs els interpretava com una espècie de cant foragitador de dimonis i éssers similars. De fet les seves pors més immediates, incapaç com veia al fantasma de trobar-lo allà degut a la seva poca intel·ligència, consistien en que aquest convoqués alguna alimanya rastrejadora més perillosa, així que els precs li semblaven del tot encertats.
A quarts de dotze una gran part dels buscadors del poble ja havien abandonat la tasca, deixant a les autoritats i familiars amb aquesta feina. La padrina, una dona intuïtiva com poques, va tenir la brillant idea de ficar el nas en aquell sot. En Miquel no va moure ni un dit, per si de cas, i la padrina va deixar anar un, soc jo, tornem a casa!
Com sé que no ets el fantasma?, va preguntar en Miquel.
Perquè als fantasmes no els fan mal els peus de tant buscar per tot arreu, va replicar la padrina.
Al so de les dotze campanades en Miquel tornava a casa amb expectació veïnal i mirant de reüll tots els racons foscos, les cantonades, i les misterioses parets de pedra de les cases més antigues del poble, il·luminades per una lluna quasi plena i especialment brillant aquella nit.
Has vist el fantasma, padrina? Preguntava en Miquel just abans de traspassar la porta d'entada a casa, ja alleugerit.
Desgraciadament, ja fa molt de temps que no he vist fantasmes, fades ni fullets, respongué.
L'endemà la lluna plena regnava a partir del vespre amb tot el seu esplendor. En Miquel es va quedar a casa per precaució, però observava des de la finestra la llum blanca despresa del cel, els carrers mig buits plens d'ombres i reflexos, el contorn misteriós del campanar de l'església, sentia la fressa del vent movent les branques dels arbres del jardí, i pensava en les paraules de la padrina la nit abans. Sense acabar-les d'entendre va córrer les cortines, va mirar a sota al llit, va tancar bé l'armari, va ajustar la porta de l'habitació i s'en va anar a dormir ben tapat, embolicat amb els llençols deixant només un foradet per treure el cap i estar a l'aguait, just els tres o quatre minuts que va trigar a tancar els ulls i adormir-se.

diumenge, 23 d’octubre del 2011

El árbol de la vida (Terrence Malick, 2011)

Lo primero que llama la atención de El Árbol de La Vida dejando a parte aspectos argumentales, es su asombrosa belleza en cada uno de los planos, su preciosista y delicada manera de mostrar las imágenes. Malick utiliza lenguaje visual para transmitir emociones de una manera que poquísimos realizadores serían capaces de conseguir hoy en día, e incluso me atrevería a decir a lo largo de la historia. La ternura con la que se muestran imágenes de la infancia, o la sensación de grandeza en las distintas secuencias del universo y la madre tierra son un buen ejemplo de ello. La música acompañante destaca igualmente, acrecentando aún más las percepciones descritas.
Pero El Árbol de La Vida es mucho más que una bonita sucesión de planos, pues es una película que refleja la vida misma, la muerte, la naturaleza, nuestra relación con el universo y con nuestra fe. Respecto a esto último, si bien es cierto que la película tiene una clara ideología religiosa, y concretamente cristiana, no hace alegoría de ello en ningún momento, de manera que el espectador puede conectar plenamente con la historia sin sentirse ideológicamente desconectado, o al menos esa fue mi impresión.
La trama gira entorno a una familia en la América de los años cincuenta, formada por padre, madre y tres hijos. La relación entre los miembros de la familia y la asimilación de la muerte de uno de los hijos es el pretexto que usa Terrence Malick para elaborar este poema sobre la vida de de ciento treinta y ocho minutos de duración.
Dicho este último, es fácil de entender que esta obra resulte un auténtico suplicio para los que entiendan el cine como un entretenimiento para no pensar en otras cosas, y una delicia para los amantes del séptimo arte entendido como eso, un arte.
Obra maestra que el paso del tiempo pondrá sin duda en su sitio.

dimarts, 18 d’octubre del 2011

Calle abajo

ya desciende calle abajo
con mi alma bajo el brazo
se aleja su blanca falda
apenas percibo su espalda

desalmado sigo mi camino
ya sin guía ni destino
rígidos restan mis huesos
huérfanos todos los besos

pétreos quedan mis labios
grises se tornan mis ojos
tiembla mi cuerpo quebrado
sesgado de lado a lado

su perfume percibo todavía
hondo aroma de melancolía
su partida es mi penumbra
un negro pozo, una tumba

calle abajo ya se marcha
sembrando hielo y escarcha
el mundo entero se tambalea
pues ahora su carne anhela

divendres, 14 d’octubre del 2011

Pedales de León

Debido a la buena experiencia vivida en la Pedals de Foc dos años atrás, decidí realizar este verano otra de las rutas comprendidas en Pedales del Mundo. Todas ellas comparten un similar sistema organizativo, y es precisamente este sistema uno de los puntos fuertes de dichas rutas. Básicamente las ventajas son la reserva de alojamientos por parte de la organización, el transporte de equipajes, el soporte durante la ruta en caso de incidencias y el material entregado para la navegación.
Me atrajo desde el principio la Pedales de León debido al desconocimiento por mi parte de la zona. Las fotografías y la facilidad para reservar desde la web hicieron el resto. A decir verdad al principio pensé que se trataba de una ruta más suave que la Pedals de Foc (ubicada en el Pirineo de Lleida), pero pronto me di cuenta leyendo los comentarios de quienes la habían hecho que era más bien al contrario, como ya desarrollaré más adelante. Escogí la opción de hacerla en cinco días, ideal a mi parecer para no solo hacer deporte sino además practicar turismo, que son siempre mis dos objetivos en este tipo de salidas.
Voy a dar una detallada descripción del recorrido, incluyendo las etapas previas de viaje, para ayudar a quien tenga intención de realizar esta salida y para cualquiera a quien le interese.


Etapa Prólogo 1: Barcelona-Bilbao

Para llegar a Cistierna, punto de partida de la ruta, el plan es ir primero a Bilbao y luego al pueblo en ferrocarril Feve, quizás no es una manera de llegar muy directa pero si más escalonada y turística. Mi primera intención fue viajar en tren hasta Bilbao, pero ante la imposibilidad de transportar una bici en un tren de largo recorrido de RENFE (algo bastante insólito y discriminatorio, que no pasa en la gran mayoría de países europeos), opté por la línea de autobuses ALSA, con la que pagando un extra y manteniendo cubiertas las partes de la bici que puedan ensuciar, no hay ningún impedimento.
El viaje dura unas ocho horas paradas incluidas. Bilbao me recibe con un día muy gris y empieza a llover justo al bajar del autocar, aunque la gente de allí parece contenta después de soportar una ola de calor los días previos.
De todas formas la ciudad me causa muy buena impresión.
Me hospedo en el B&B AliciaZZZ en el centro, nuevo, confortable y muy cuidado. A la mañana siguiente, todavía gris, tengo tiempo de visitar la ciudad hasta el mediodía, cuando sale el tren FEVE.




Etapa Prólogo 2: Bilbao-Cistierna

Subo con la bici a la línea Bilbao-León, por 17,50€. Prácticamente se trata de un tren turístico, tanto por su velocidad como por la belleza del trayecto. Además se respira un ambientillo familiar dentro (revisor charlando con los pasajeros, poca gente, amplios espacios). El trayecto recorre la cordillera cantábrica bajando hasta los pies de los picos de Europa (mi objetivo) y León. El paisaje nunca deja de tener interés, más verde y montañoso al principio, más seco y variado llegando a León, alternando campos de cultivo con extensos bosques de roble.
Al llegar a Cistierna un viento helado me deja literalmente tiritando. En el local de Pedales de León hablo con Eduardo, que me da el material necesario para la ruta y se deshace en explicaciones sobre como afrontarla.


Etapa 1: Cistierna-Crémenes

Etapa relativamente suave para empezar (32Km, 1000m de desnivel). Me encuentro nuevamente con Eduardo después de comprar una mochila nueva para llevar durante el recorrido, puesto que la otra me la trasladan con todo el equipaje. Eduardo me acompaña unos cuatro kilómetros hasta un puente sobre el río Esla, allí empieza la aventura. El viento ha amainado mucho y la temperatura es fresca pero no fría.
Al principio el camino es fácil, sube suavemente, pero antes de llegar al primer collado, tras Yugueros, empiezo a encontrarme rampas de más del 20%, algo que será habitual en todo el recorrido de Pedales de León.
Después de pasar dos collados más con sus respectivos pueblos en el valle (Sabero, punto de control, y Valdoré) llego a Crémenes, un pequeño pueblo junto al río Esla con buenas vistas. Ceno y duermo en El Sabinar, un hotel acogedor y confortable.




Etapa 2: Crémenes – Oseja de Sajambre

Interesante y dura etapa por la variedad de sus paisajes y por su recorrido. Salgo con un frío considerable (menos de diez grados), aunque rápidamente las temperaturas suben a lo largo de la mañana.
Empieza de manera similar a la anterior, con una subida suave al principio, exigente hasta llegar al collado de Lois. Además encuentro vacas en medio del camino todo el tiempo, que se apartan, pero solo cuando estoy muy cerca de ellas. En el punto más alto hay un gran prado con unas vistas estupendas, la sensación de soledad allí es absoluta y me siento un rato a tomar el sol. La bajada es pedregosa y vertical hasta Lois, un pequeño pueblo que sorprende por la presencia de una catedral. Después, una agradable pista bastante llana recorre los pueblos de Liegos, Lario y Polvoredo.
En éste último busco en vano un lugar para comer y así afrontar la última parte, así que pregunto a un aldeano donde comer algo. Curiosamente me indica una casa particular donde en teoría me darán de comer. Un poco escéptico le hago caso, y efectivamente un hombre en la casa me acompaña hasta una especie de despensa y me hace un estupendo bocadillo de chorizo, acompañado de una agradable charla.
La subida hasta la puerta del Zalambral no me parece de las más duras, quizás gracias al chorizo. Al llegar arriba, tras pasar una caseta con caballos, tomo un camino equivocado debido a una mala interpretación mía del roadmap. Afortunadamente Eduardo me ayuda por teléfono y empiezo el descenso por el Zalambral. La bajada (a pie para preservar el bosque) es sencilla al principio, por el húmedo y tupido bosque de hayas, pero la parte final es altamente complicada debido al agua, barro, y alto desnivel con escalones de piedras.
Dejo el bosque con los pies llenos de barro hasta los tobillos y sigo por una pista en leve pero rápida bajada hasta Pío de Sajambre, donde tomo una cerveza con aceitunas (mi recuperador favorito) en poco tiempo, ya que el cielo está amenazador, empieza a hacer fresco y tengo que hacer todavía la subida hacia Soto.
Después de llegar a Oseja de Sajambre, la subida a Soto es sencilla, por asfalto, y con vistas espectaculares a las rocosas montañas, ahora si, cerca de la parte más elevada de los Picos.
En Soto me hospedo en el Hostal Peñasanta, modesto pero acogedor, donde me limpio de barro. Estoy realmente muy cansado aunque no agotado, y acabo la jornada con una muy buena cena (carne estofada muy tierna).





Etapa 3: Soto de Sajambre – Boca de Huérgano

Primero el recorrido vuelve a Oseja pero esta vez por una pista pedregosa en el bosque. Seguidamente empieza la subida a Panderrueda, por pista al principio, ya con fuertes subidas, y por camino más tarde, casi siempre con gran desnivel, con lo cual toca arrastrar la bici en su mayor parte (algo habitual a lo largo de la ruta debido a sus tremendas pistas, al menos para mí). El camino es muy agradable, por el bosque en su mayor parte, pasando por algunos prados. En la cima se sale del bosque a campo abierto, junto a la carretera, y es aconsejable llegar hasta el mirador, unos metros más arriba.
Después de reponer energía y hacer fotos en el puerto, una pista va bajando lentamente hasta Posada de Valdeón, pueblo bastante animado con espectaculares vistas a las rocas más altas de los picos. Durante la bajada se me cruza un alegre y asustadizo cervatillo. Aprovecho para comer allí (macarrones y jabalí), para luego encarar la dura subida al puerto de Pandetrave, por asfalto primero, después por una amplia y exigente pista por el bosque. Esta subida se me hace muy larga, es mediodía y hace calor, además hice una comida demasiado copiosa. Afortunadamente tras llegar al puerto, otra vez con vistas estupendas sobre los ahora más alejados picos, solamente queda hacer una larga bajada por carretera hasta primero Portilla de la Reina (control), para finalizar en Boca de Huérgano.





Etapa 4: Boca de Huérgano – La Mata de Monteagudo

Día caluroso, ya por la mañana. Me espera una etapa rompe-piernas, así que mejor tomárselo con calma, además dormí poco debido a problemas gastrointestinales. Empieza con una subida típica de la zona, más suave al principio pero con grandes rampas sobre todo en la parte final. Después de la bajada el camino planea un rato hasta llegar a Besande, donde decido coger la variante 2, a causa de lo ya comentado anteriormente. Esta variante sube por carretera en lugar de pista y acorta un poco la subida. Más adelante se llega a Prioro (punto de control), pero encuentro el bar cerrado. Al principio me resigno a quedarme sin sello de control, aunque luego me doy cuenta mirando el mapa que el otro punto de control esta en Morgoviejo, a pocos kilómetros, así que llego allí y de paso me avituallo.
La parte final de la etapa pasa por minúsculos pueblos apenas poblados, con sus respectivas subidas y bajadas. Primero La Red de Valdetuéjar, con su pequeña iglesia junto a la fuente, después Ferreras del Puerto, con su plaza y su fuente de grandes chorros, donde repongo fuerzas tirado en un banco a base de barritas energéticas (no hay bares en estos pueblos).
El último tramo va hasta La Mata de Monteagudo, pero pasando previamente por una potente subida, planeando más tarde, y bajando finalmente. A pocos kilómetros de el pueblo se encuentra el Santuario de la Virgen de la Velilla, y a su lado la casa rural La Velilla, donde me hospedo. Es un hotel con todas las comodidades y extraordinariamente tranquilo, bucólico. Llego esta vez si, agotado, seguramente debido al calor, a la noche anterior y al cansancio acumulado.





Etapa 5: La Mata de Monteagudo – Cistierna

Última etapa, más cortita para llegar a tiempo, en teoría, de comer y subir al tren. Empieza adentrándose en el bosque, y tras una pequeña bajada sube el último collado importante, con las típicas paredes para subir, aunque con una parte final muy bonita, que pasa por un robledal y un prado hasta el paso.
Después una sucesión de repechos y bajadas hasta llegar al pueblo abandonado de Quintana de la Peña, en el que paro a reponer agua y echar un vistazo. Ya solo queda bajar hasta Cistierna, aunque me pierdo en la parte final sin consecuencias, puesto que encuentro una pista paralela a la vía del tren que lleva a Sorriba, el pueblo de al lado.
En Cistierna, ducha, comida (marmitaco enorme y conejo) y recompensa final (mallot y deliciosos productos gastronómicos de la tierra).
Con la satisfacción de los objetivos cumplidos y nubarrones amenazadores en las montañas subo a tren para deshacer el mismo camino de días atrás.






Conclusiones:

Cuando hago una excursión ciclista por la montaña aparte de buscar la belleza de sus paisajes (algo más o menos previsible), espero encontrar un entorno bien conservado, alejado del mundanal ruido, con sus pueblos típicos y su ritmo pausado, un lugar donde impregnarse poco a poco de las rocas, los valles, las fuentes y las gentes hasta olvidar en qué parte de la historia del tiempo nos encontramos.
Eso es algo que se da en Pedales de León sin lugar a dudas, con solo decir que no encontré ni un alma en el monte durante todo el recorrido está dicho todo. De esta manera, cuando llegas a un pueblo tienes siempre la sensación de llagar a algún sitio importante, aunque haya cuatro casas y tres personas.
La variedad de los paisajes y caminos es otro punto fuerte de la ruta, hace que en ningún momento el recorrido se haga pesado o aburrido, aunque desde mi punto de vista hay excesivos desniveles en la mayoría de pistas, personalmente hubiera preferido subidas más largas pero con desniveles más mantenidos (algo supongo que imposible por las características de la zona).
Respecto a la organización se puede decir que perfecta en todos los sentidos, se nota hablando con ellos el amor y respeto que tienen hacia el entorno y la propuesta que han creado, y lo transmiten a sus clientes.
La calidad y confort de los alojamientos es buena en todos los pueblos donde estuve, se duerme bien (sin ruidos) y se recuperan fuerzas para el siguiente día. Además se agradece la hospitalidad de las gentes que habitan dichos pueblos, sobre todo después de andar todo el día solo por el monte.


Datos del viaje:

Período: del 27 de Junio al 4 de Julio (ruta Pedales de León del 29 de Junio al 3 de Julio).
Tiempo: Variable, noches frescas o frías, días templados o calurosos al mediodía. Sin lluvia ni niebla.
Recorrido: La ruta son 220Km y 6500 metros de desnivel acumulado positivo. Contando tramos extras por pérdida del camino o curiosidad, y los paseos por Bilbao hice unos 270 km.
Bicicleta: Mondraker Finalist Pro.
Incidencias: Un solo pinchazo.
Más información en www.pedalesdeleon.es

dilluns, 10 d’octubre del 2011

Somewhere (Sofia Coppola, 2010)

Somewhere es una película que cuenta pocas cosas pero las cuenta bien, al ritmo adecuado para mostranos a los personajes, sus sentimientos, su relación con el mundo que los rodea. Sofia Coppola no cae en el error de lanzar una sucesión de imágenes y situaciones estereotipadas e impactantes sobre la vida de una estrella de cine. Sino que lo hace desde los detalles, desde el intimismo, desde la a menudo curiosa cotidianidad de un famoso, dejando que las imágenes hablen por si solas.
Johnny Marco, un popular actor de Hollywood, mantiene una vida que en principio sería la envidia de muchos de nosotros. Viaja por todo el mundo promocionando sus películas, espectaculares mujeres le esperan a la puerta de su casa (un impersonal hotel) y posee un precioso Ferrari y todo tipo de bienes materiales. Sin embargo un vacío existencial planea sobre él, como se intuye en cada una de las secuencias, tanto las que muestran sus quehaceres profesionales como las más familiares (exceptuando quizás aquellas donde su hija le acompaña). Ese vacío es algo que ya se vislumbra desde la significativa primera escena, en la que Johnny da vueltas circulares con el coche en medio de la nada. El resto de la película profundiza ese mismo tema, estirándolo quizás un poco demasiado, pero con el suficiente estilo para impedir llegar al tedio o al desinterés en ningún momento.
En definitiva una buena reflexión no ya solamente sobre la vida supuestamente espléndida de las súper estrellas, sino sobre lo que puede dar sentido a nuestras vidas en comparación a lo que es simplemente superfluo.

dimecres, 5 d’octubre del 2011

El amor ascendía entre nosotros (Miguel Hernández)

El amor ascendía entre nosotros
como la luna entre las dos palmeras
que nunca se abrazaron.

El íntimo rumor de los dos cuerpos
hacia el arrullo un oleaje trajo,
pero la ronca voz fue atenazada,
fueron pétreos los labios.

El ansia de ceñir movió la carne,
esclareció los huesos inflamados,
pero los brazos al querer tenderse
murieron en los brazos.

Pasó el amor, la luna, entre nosotros
y devoró los cuerpos solitarios,
Y somos dos fantasmas que se buscan
y se encuentran lejanos.

dilluns, 3 d’octubre del 2011

La font

La Clara era una font fresca, generosa. Reposava en un racó ombrívol, un sot al bosc a prop d'on l'alzinar comença a enfilar-se turó amunt. El seu broll era considerable, era capaç d'omplir un got d'aigua en menys de quatre segons. El seu difícil accés però, a ran de terra, obligava als seus beneficiaris a ajupir-se doblegant tota l'esquena, o posar-se de genolls amb el risc d'omplir els pantalons del fang negre que sempre rondava els voltants de la font.
En realitat la Clara gaudia contemplant com la gent s'esforçava per gaudir del seu fluid, i observant les cares de satisfacció dels assedegats caminants que la visitaven.
Bevedors de tota mena es beneficiaven de l'aigua pura i cristal·lina de la Clara, ella però, tenia les seves preferències. Preferia els qui delicadament, omplien les seves mans obertes per després assaborir el contingut acumulat en elles, o els espavilats posseïdors de vasos propis, normalment gent gran amb dificultat per ajupir-se.
Un cas apart eren els bevedors a galet, una gran part, que fent autèntiques giragonses al terra posaven la boca directament al raig d'aigua. Alguns més decorosos, bevent amb la boca petita, d'altres en canvi amb la llengua fora fent bastes glopades.
Sovint algun grup de caminants s'ajeia al voltant seu fent una rotllana en el reduït espai entre la mullena propera a la font i les primeres soques del bosc. La Clara escoltava atentament les converses per posar-se al dia, havia anat configurant-se una història més o menys subjectiva de la humanitat a través de la observació de les persones al llarg dels segles, i sempre s'interessava de tots els detalls possibles per afegir alguna peça a la seva particular enciclopèdia.
Gràcies a aquestes converses va saber que molt probablement, una nova carretera es projectaria a pocs metres d'ella, a la vall, paral·lelament al corriol on va a parar la seva aigua tot baixant entre falgueres i arrels. Com no era la primera vegada que aquest rumor planejava sobre la zona, tampoc és que la Clara estigues especialment preocupada. O al menys no ho va estar fins que les primeres màquines desbrossadores van començar a fer neteja. A aquestes les hi van seguir tota mena de vehicles modificadors de l'entorn, cadascun més monstruós i sorollós que l'anterior. La Clara pensava, poc familiaritzada com estava amb el concepte de carretera, que al acabar la obra el soroll cessaria. Però després va ser encara pitjor, doncs durant tot el dia i quasi tota la nit el transit rodat no parava de generar una fressa que a la Clara no li agradava gens. De vegades era tan forta que ni tan sols podia sentir el barboteig del seu propi raig d'aigua, cosa que no havia passat en centenars d'anys.
Per si fora poc, a algú amb certa autoritat al municipi se li va acudir que aquella font tan a prop de la carretera i a la vegada tant inaccessible necessitava un rentat de cara. A la Clara no li va agradar gens ni mica, una font assilvestrada com ella, que la canalitzessin entre tubs metàl·lics i la elevessin un metre i mig, per fer-la sortir pel centre d'una paret mitjançant un canalet de pedra com si fos una vulgar gàrgola.
Lògicament la seva clientela va canviar radicalment des de llavors, molt més nombrosa i variada, però poc afí amb els seus gustos. Es posava malalta per exemple, quan algun individu, just baixat del cotxe, es posava a beure quasi amb desgana, sense sed ni res. On eren aquelles cares de felicitat dels cansats i esforçats excursionistes? D'altres fins i tot ni tan sols es dignaven a provar-la, carregaven del maleter llaunes amb líquids de colors i es bevien només aquella cosa.
Un altre tipologia de gent estranya carregava dotzenes de bidons d'aigua, un darrera l'altre, durant hores, i després s'ho emportaven en els seus vehicles. Autèntics lladres professionals, pensava la Clara, o potser es que venen d'indrets llunyans on l'aigua és escassa, qui sap.
Tot plegat va anar indignant a la Clara, fins que un dia va deixar de rajar, no per cap sequera, ni per res que obstruís el seu recorregut, senzillament el curs de l'aigua va canviar, o potser es va difuminar pel territori i va ser absorbit per les arrels dels arbres i plantes del bosc.
Els planificadors d'aquella reforma van atribuir aquesta pèrdua a modificacions estructurals del medi per causes naturals, o alguna cosa semblant.
Aquell enclavament es va anar abandonant, doncs res feia ja aturar al transit, i els excursionistes van anar canviant els seus recorreguts per evitar creuar la carretera. Aquests s'aturen ara sovint en una obaga a uns pocs quilometres d'allà, on des de no fa gaire brolla una petit sortidor, quasi del terra, entre rocs i arrels. Solen rebre aquest rajolí, en mig d'una llarga i feixuga ruta, amb gran joia. S'ajupen, es renten la cara, beuen omplint-se les mans i moltes vegades parlen de l'aigua, sobre la seva claredat, el seu frescor i el seu sabor net i familiar.

El mal de panxa

Avui m'he llevat amb un malestar a la panxa, un rum rum que no em deixava en pau, una sensació interna d'incomoditat, de preocupació. Pensant que alguna cosa no funcionava bé al sistema digestiu m'he pres un suc de llimona, per purificar i netejar , o per espavilar-me simplement. Un remei de la iaia amb els quals acostumo a ser força escèptic, però per provar no es perd res, com deia ella també. I vet tu aquí que de manera inesperada, després d'una sobtada arcada, he desprès de dins meu un ésser diminut, del tot estrafolari. Una criatura de mig pam, cap gros, cames primes i llarguíssimes, ulls enormes, boca petita, i amb quatre pèls despentinats. Sense tronc ni braços, ni nas ni orelles, i amb cara mig espantada mig emprenyada.
S'ha posat a córrer com un boig mig relliscant entre les rajoles del terra, donant voltes i llençant una espècie d'esternuts força ridículs. Quan per fi s'ha calmat, s'ha aturat, ha saltat fins a la vora de la tauleta i s'ha assegut tranquil·lament amb les cametes penjant. Jo he fet el mateix, ocupant pràcticament tota la resta de la taula. No ens em dit res, ell ni te orelles ni coneix l'idioma, he pogut deduir amb una mica de paciència, però en canvi te reaccions molt curioses.
De vegades imita els meus moviments, gest per gest, en canvi sovint va per lliure, i obre els ulls com dues taronges quan detecta alguna cosa estranya, amb els pèls de punta i la boqueta oberta. Al llarg del matí he anat observant el seu comportament, ha seguit llençant esternuts ocasionalment, i m'he adonat que ho fa quan jo deixo anar algun renec, o maleeixo quelcom, o evoco algun record trist, o sento enuig per qualsevol bestiesa. Quan succeeix qualsevol d'aquestes anomalies deixa anar un atch!, salta tot ell un parell de centímetres amb els pèls esvalotats i els ulls tancats, i torna a la posició inicial fent uns quants moviments de cap a dreta i esquerra. Jo llavors em sento millor, em passa l'empipament i demano perdó als receptors dels meus renecs. No se si és per la gràcia que em fa veure'l o per que realment les seves accions interactuen d'alguna manera amb mi.
A la tarda hem anat a donar un vol, ell s'ha posat estratègicament a les meves espatlles, mirant tot el que jo veia. He conclòs que és invisible per a tothom menys per a mi, doncs ningú s'ha adonat de la seva presència. Cada vegada que un element extern o acció m'ha pertorbat ell ha deixat anar el seu característic esternut.
atch! quan ha vist pujar la veïna del tercer.
atch! quan ha vist que trepitjava una tifa del carrer.
atch! quan ha vist l'embús de cotxes, tots premen el clàxon.
atch! quan ha vist dues dones barallar-se a la cua de la fleca.
La veritat és que no ha parat d'esternudar, potser per això quan hem tornat a casa l'he vist bastant esgotadet, exhaust. Jo en canvi m'he trobat la mar de relaxat, tant que he fet una becaina al sofà una mitja horeta. Al despertar la criatura ja no hi era, només he trobat els seus quatre pèls sobre el coixí i res més.
No sé que ha sigut d'ell, si s'ha tornat a ficar dins meu, si ha desaparegut, o si m'ho he imaginat tot degut a una sobredosi de suc de llimona. L'única realitat és que ja no tinc el rum rum a la panxa. Al cap i a la fi potser si que el remei de la iaia funciona.