dimecres, 29 d’octubre del 2014

El campanario

Corrió y corrió hacia las escaleras del campanario, como poseída, sin mirar atrás, con la ansiedad de llegar a tiempo hacia una crucial cita ahí en lo alto, aunque quizás nadie le esperaba allí.

Subía cada escalón como bocados da un famélico, agarrando con sus pequeñas manos las descarnadas paredes de piedra de la torre, jadeando sin darse cuenta y aspirando grandes bocanadas de aire, doblando sus rodillas cada medio segundo para lanzar un nuevo impulso y dejar atrás otro peldaño. Y en cada uno de ellos se dejaba algo de ella misma, y en cada uno de ellos se quitaba un peso de encima, y como más subía más ligero era su cuerpo y más deprisa se alejaba del suelo. Hasta que empezó a saltar los escalones de dos en dos, de tres en tres, hasta que creyó volar, creyó estar llegando al cielo, creyó que ya nunca volvería a ras del suelo y sus piernas y su corazón la elevarían hasta el infinito, por unos instantes creyó en Dios y en el amor, creyó en la vida e incluso en la muerte.

El campanario sin embargo era finito. Arriba, una enorme campana y dos más pequeñas coronaban la torre. El aire corría a raudales entre las oberturas semicirculares del piso superior, y le despeinaba su ya maltrecha melena al mismo tiempo que secaba el sudor de su frente. Ella, con las manos cortadas, las mejillas rojizas, y sus piernas temblando como las hojas de los arboles colindantes al campanario, se apoyó sobre uno de los ventanucos para recuperar el aliento, a la vez que observaba hacia abajo.

La calma absoluta reinaba en su privilegiada posición, y el ruido de la brisa acallaba el ligero bullicio de toda la actividad inferior. Comprendió entonces la necesidad de su huida hacia lo alto. Contempló toda esa pequeñez a sus pies, las diminutas personas moviéndose en todas direcciones sin aparente criterio, con sus cabecitas y sus preocupaciones dentro de ellas. Pensó que apenas diez minutos antes ella pertenecía a ese mundo caótico y superficial, su mundo al fin y al cabo, e incluso quedó sorprendida del apego que sentía hacia él.

Decidió esperar allí hasta que el primer estruendo de campana le estropeara el estado de relajación al que había llegado, aunque pasadas las horas ese sonido nunca llegó. Al anochecer, justo después de que el sol se despidiera entre las colinas, cerró el puño derecho y golpeó lo más fuerte que pudo a la campana más grande. Después empezó a bajar los escalones de la torre muy despacito, cargando sobre sus espaldas algunos de los lastres que había soltado durante la subida. Otros sin embargo se quedaron para siempre en alguna parte de las pedregosas e irregulares escalinatas del campanario.


Dedicado a todas las almendritas y a una en particular.

dimarts, 21 d’octubre del 2014

You're a big girl now (Bob Dylan)



Our conversation was short and sweet
It nearly swept me off-a my feet
And I’m back in the rain, oh, oh
And you are on dry land
You made it there somehow
You’re a big girl now

Bird on the horizon, sittin’ on a fence
He’s singin’ his song for me at his own expense
And I’m just like that bird, oh, oh
Singin’ just for you
I hope that you can hear
Hear me singin’ through these tears

Time is a jet plane, it moves too fast
Oh, but what a shame if all we’ve shared can’t last
I can change, I swear, oh, oh
See what you can do
I can make it through
You can make it too

Love is so simple, to quote a phrase
You’ve known it all the time, I’m learnin’ it these days
Oh, I know where I can find you, oh, oh
In somebody’s room
It’s a price I have to pay
You’re a big girl all the way

A change in the weather is known to be extreme
But what’s the sense of changing horses in midstream?
I’m going out of my mind, oh, oh
With a pain that stops and starts
Like a corkscrew to my heart
Ever since we’ve been apart