dimarts, 27 de juliol del 2010

Vuelta a Cerdeña en bici

Se trata de una vuelta circular por el norte de la isla, bordeando la costa en su mayor parte, y enlazando el este con el oeste por el interior mediante el tren. Consta de diez etapas, incluyendo un día de descanso y el enlace ferroviario. Fueron unos sesenta kilómetros diarios, con la idea de realizar la mayor parte de ellos por la mañana, quedando la tarde para descansar y visitar lugares.


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Etapa prólogo: Viaje en barco Barcelona - Porto Torres

El embarco fue fácil, con la bicicleta adelanté a toda la fila de coches. La até a un lateral del barco y subí para arriba. Tenía intención de dormir bien para empezar con fuerza la ruta al día siguiente pero fue imposible. Aconsejo a todo el mundo con intención de hacer este trayecto que no reserve una habitación (a no ser que sean de sueño fácil), es tirar el dinero, mejor unirse a la fiesta de fuera o ir a la sala de poltronas.


Etapa 1: Porto Torres - Castelsardo – Valledoria (50 km)

La impresión al llegar a tierra no es muy buena, puesto que desembarcamos en el puerto industrial de Porto Torres, con enormes chimeneas al fondo. Empiezo a pedalear para salir rápidamente de allí, paso de largo Porto Torres (ya volveré el último día). Los primeros kilómetros transcurren paralelamente a la costa, una zona llana con larguísimas playas. Esta parte del trayecto se hace pesada debido al calor y las inacabables rectas. Finalmente empieza a cambiar la orografía hacia zonas más montañosas y llego al pintoresco pueblo de Castelsardo, donde las casas se encaraman desordenadamente hacia lo alto de la colina, presidida por un castillo. A bajo, un pequeño puerto da la bienvenida. Paro para comprarme un bañador (olvidado lamentablemente en Barcelona) y tomarme una cerveza (Ichnusa, cerveza Sarda, muy normalita pero apetecible con tanta sed) y unas aceitunas. Sigo mi camino hacia Valledoria superando la zona montañosa. Valledoria es un pueblo sin mucho que ofrecer (a unos tres kilómetros del mar), pero con una buena pizzería para recuperar fuerzas. Hago mi primer baño en una playa cercana, grande, limpia y poco concurrida. Paso la noche en un hotel muy confortable a buen precio.





Etapa 2: Valledoria - Santa Teresa de Gallura (56 km)

El camino discurre por un altiplano de aproximadamente doscientos metros de alto, entre la típica vegetación mediterránea, bien conservada, con poca actividad humana o presión urbanística (algo generalizado en la mayor parte de la isla). El mar queda a mi izquierda, unos cuantos kilómetros hacia abajo, y se van sucediendo varios desvíos a zonas turísticas. Puedo ver de lejos por ejemplo la Isola Rossa en uno de ellos, pero decido seguir adelante puesto que queda mucho camino aún. La carretera va descendiendo hasta Vignole, donde hago una parada con baño incluido en una bonita playa de arena blanca. Llego a Santa Teresa hacia el mediodía, con el sudor cayendo a chorretones, en un hotel situado a las afueras del pueblo. Éste es un lugar muy agradable, pequeño, situado un poco a lo alto, hasta bajar abruptamente hacia el mar. Tiene una pequeña playa bastante concurrida, desde la cual se puede divisar la isla de Córcega, a la que se puede ir en barco desde el cercano puerto.





Etapa 3: Santa Teresa de Gallura - Palau (34 km + 20 km en la Maddalena y Caprera)

Me adentro en la Costa Esmeralda. Otro día muy caluroso, el recorrido es de pocos kilómetros así que decido visitar un par de lugares, el primero es La Marmorata, una playa grande con aguas transparentes y luminosas, con un hotelucho que rompe un poco la armonía. Por el camino paso por Porto Pozzo, un pueblecito con playa y puerto pequeños, muy acogedor. La siguiente visita es L’Isuledda una especie de pequeña península con playas enromes a ambos lados del ismo. Baño y visita al chiringuito para reponer fuerzas. Al llegar a Palau hago un vistazo rápido y bajo hasta el puerto, donde un hombre me hace señales y me pregunta si quiero ir a la Maddalena, acepto.
Tras unos quince minutos de trayecto en barco llegamos a la isla, y después de hechar un vistazo rápido, decido dirigirme a la isla de Caprera, unida a la Maddalena por un puente. Caprera es una isla sin habitar, llena de pinedas y colinas rocosas. Mi objetivo es llegar a alguna playa para refrescarme. Lo intento primero por el oeste, subiendo un poco y aguantando un calor asfixiante. Pero al llegar al centro Garibaldino me indican que no se puede bajar más, así que doy la vuelta y lo intento por el este, hasta llegar a un chiringuito. Deshidratado, pregunto por la playa y me indican que faltan ¡ocho kilómetros! Decido quedarme a tomar una cerveza y volver, mientras, los del chiringuito me ven con cara de pena y me invitan a pan con aceite y sal. De vuelta a la Maddalena visito el pueblo más detalladamente hasta la llegada del barco.
Llego al B&B hacia la siete, está a tres kilómetros de Palau, en medio del campo, tranquilísimo, tanto que no tengo donde ir a comer. Lo soluciono llamando a una pizzería.





Etapa 4: Palau – Olbia (63 km)

Dejo Palau subiendo una colina que lleva al Capo d’Orso, donde hay excepcionales vistas al mar, a Palau y a Caprera. En el cabo unas enormes rocas calcáreas (típicas de la zona) dan nombre al lugar por su forma. Sigo la carretera bordeando la costa hasta llegar a Cannigione, el camino es muy tranquilo, junto al mar, con bonitas calas que se van sucediendo a mi izquierda. Después de Cannigione la carretera se vuelve mucho mas transitada y más alejada del mar, hasta pasar por los elegantes y elitistas complejos turísticos de Baia Sardinia y Porto Cervo, sigo adelante. El calor es insufrible ese día, además la carretera es un continuo subir y bajar colinas, así que decido no visitar algunas playas entre Porto Cervo y Portisco que se alejan un poco de la carretera, y buscar un sitio donde comer y descansar. Finalmente repongo fuerzas en Cugnana, en un bar situado a la orilla del mar, que da a un puerto deportivo. Ya llegando a Olbia encuentro una especie de gran carpa donde sirven parrillada de carne Sarda y me pongo las botas. De digestivo me dan licor de mirto, típico de la zona.
Olbia es una ciudad no especialmente bonita pero muy animada, tiene un gran puerto y un centro lleno de tiendas, bares y restaurantes donde distraerse, y eso es lo que hago hasta la noche, partido del mundial incluido en una de las terrazas del centro.





Etapa 5: Descanso

Me levanto pronto para pillar el tren hasta Golfo Aranci. Es un tren viejo y simpático, de dos vagones pequeños. Se llena de vendedores de playa africanos con sus grandes bolsas, masajistas asiáticas de playa, y cuatro turistas. Tras menos de media hora de trayecto me bajo en Golfo Aranci. Es un pequeño pueblo turístico, con un puerto bastante grande y una playa también grande. La vista del golfo es estupenda, muy amplia. Decido ir hasta Cala Moresca, a tres kilómetros del pueblo. Se va por una pista de tierra, no permitida para coches. Llego deshidratado, aunque ha valido la pena. Es un lugar bucólico, se divide en realidad en dos calas, la primera, más pequeña, de aguas verdosas y azuladas, junto a un pinar donde unas graciosas cabras pastan apaciblemente. La segunda, de agua azul claro hipertransparente, un poco mas grande y con más arena. Están frente a un islote rocoso, el Figarolo. Más lejos, se distingue la isla Tavolara, un enrome bloque calcáreo de seis kilómetros de largo por uno de ancho. De vuelta me paro con el tren en Cala Sabina, una bonita playa de arena blanca, sucedida de pequeñas calas solitarias. Paso otra noche en Olbia, con calzone, helado y partido del mundial en terraza.





Etapa 6: Enlace en tren Olbia-Oristano, Oristano-Cabras (6 km + 25 km ida y vuelta a Sinis)

Me levanto algo temprano para coger el tren de las nueve y veinte. Sorprendentemente es el mismo trenecillo que cogí para ir a Golfo Aranci, aunque en Ozieri se cambia para subir a un tren grande y moderno. El trayecto, de casi tres horas, me pasa volando, entusiasmado por los paisajes interiores, típicamente mediterráneos, sin apenas influencia urbanística o industrial, en los que se combinan campos cultivados con zonas boscosas y montañosas. El revisor del tren me pide el ticket de la bicicleta, ¿?, pongo cara de póker y sigo adelante.
Llego a Cabras al mediodía, un pueblo junto a un gran lago, pequeño pero extenso con muchas viviendas unifamiliares. En una de ellas, junto al lago, esta el B&B, regentado por una chica que habla castellano, guapa, simpática y hospitalaria, con un gatito muy juguetón. Siguiendo sus consejos visito San Giovanni y la península de Sinis, a unos doce kilómetros. Un cabo presidido por una torre española y con playas a ambos lados, con ruinas romanas incluidas (Tharros). A un lado hay una playa grande que da a mar abierto mientras que en el otro una serie de calas rocosas dan al interior de la isla, con un mar mas calmado y aguas con tonalidades azuladas. Al volver ceno en una pizzería al lado del B&B, justo cuando el sol se cae en el lago.





Etapa 7: Cabras – Bosa (60 km)

Decido madrugar para evitar el calor. Almuerzo a las siete, la dueña del B&B se ofrece muy amablemente para preparar el desayuno a esa hora. Curiosamente ese fue el día menos cálido de todos, así que le hice madrugar para nada. Voy por una carretera poco transitada hasta la bella localidad de Santa Caterina, pequeño pueblo con pequeña playa, y grandes acantilados a ambos lados, como no, con torre española incluida. A partir de allí la carretera empieza a subir de manera constante hasta Cuglieri, localidad coronada por una basílica, a unos quinientos metros de altitud, y a los pies del monte Ferru (1050 metros). Hay excelentes vistas desde allí, por tanto parada, fotos, cerveza y comida. Bajando paso por un par de pueblos más hasta llegar a Bosa Marina y después a Bosa, un pintoresco pueblo, con calles de estilo medieval, de piedra, y las casas pintadas de colores. En la parte de arriba hay un castillo con buenas vistas, aunque solo quedan las paredes (y te cobran tres euros para verlas). Me hospedo en un hotel en la carretera de Alguero, ceno unos spaguetti al fruti di mare impresionantes.





Etapa 8: Bosa – Alguero (L'Alguer) (45 km)

Uno de los trayectos más bonitos de toda la ruta. La carretera se encarama por la montaña dejando el mar cada vez mas a bajo, hasta llegar a unos cuatrocientos metros de altitud. Todo el recorrido es espectacular, virgen, sin pasar por pueblos ni urbanizaciones. Después de llegar al punto más alto se desciende rápidamente con la vista del mar abierto constante casi hasta llegar a Alguero. Me paro a repostar en una playa unos cuantos kilómetros antes de llegar, aunque un moderado viento hace que el baño no sea apetecible.
Alguero es una ciudad preciosa, con un centro histórico pequeño y bien conservado, antiguo, con un bonito puerto y una gran playa de arena blanquecina. El centro está amurallado, incluida la parte costera donde sugerentes restaurantes se amontonan entre la muralla y el mar.
Ceno mientras veo la primera semifinal de mundial (eufóricos holandeses a mi izquierda), y me tomo un helado que cuesta mantener con una mano. Duermo en un B&B sencillo con amables dueños.





Etapa 9: Alguero – Stintino (65 km + 10 km por Capo Caccia)

Salgo por la transitada carretera de Alguero hacia Fertilia, aunque pronto se hace mas tranquila, hasta llegar al cruce de Capo Caccia. Me desvío del camino para acercarme a él. El paisaje es hermoso, silvestre, avanzo entre bosques de pino con el golfo a mi izquierda hasta divisar el cabo, una imponente roca. Bajo ella puedo ver una pequeña playa, junto al centro de información de la zona. Tras echar un vistazo vuelvo atrás para dirigirme camino a Palmadula, y después a Stintino.
El recorrido pasa por campos de cultivo y casas de veraneo bastante lujosas, más tarde por zonas campestres más desoladas (donde encontré una tortuga atravesando la carretera). Finalmente llego a Palmadula tras una pequeña subida, y repongo fuerzas. En el bar hay unos cuantos trabajadores locales, desayunando y discutiendo sobre fútbol, en idioma Sardo. Sigo la ruta hasta cruce Porto Torres-Stintino y voy hacia este último por una carretera muy transitada, sin arcén, un poco angustiosa. Voy directamente al B&B, bastante lujoso, a lo alto, con piscina... pero ahí no me voy a quedar. Me dicen que no hay sitio y me envían a un apartamento alejado, a dos kilómetros de allí...
La parte positiva es que esta cerca de la famosa playa de La Pelosa, de aguas azul claro brillante, de distintas tonalidades, aunque demasiado llena de bañistas y urbanizaciones. Unos metros más adentro hay un islote plano con una torre, y a pocos kilómetros el parque natural de la isla de Asinara. Paso el resto del día en Stintino, un tranquilo pueblecito, cenando pizza y viendo como España llega a la final del mundial.





Etapa 10: Stintino- Porto Torres (30 km)

Etapa corta, me despierto tarde. Hago los kilómetros en bici hasta el B&B por las calles de las urbanizaciones, llego sudado y con hambre, pero el individuo que lleva el B&B se queja de la hora de mi llegada... sin comentarios.
De camino a Porto Torres visito un par de playas, la Saline y Ezzi Mannu, de pequeñas piedras blancas y agua azul claro, son playas enormes sin urbanizar. Sigo hasta Porto Torres, hasta el B&B, en el centro. Porto Torres no tiene prácticamente nada de interés, así que las últimas horas las paso descansando y tomando helado, cerveza y porción de pizza.






Regreso y valoraciones

Me levanto a les cinco de la mañana para ir al puerto, aún de noche, subo al barco hacia las seis. Allí encuentro otro ciclista e intercambios impresiones sobre la isla.
La mía ha sido altamente gratificante, sobre todo por el entono natural que he encontrado, en especial las playas, de todos los tamaños colores y formas, siempre de aguas cristalinas. A menudo completamente vírgenes, con los pinos o dunas bordeando la arena. Algo que es ya muy complicado encontrar en nuestro país. Me gustaría haber profundizado más en las zonas montañosas, aunque lo poco que he visto ha sido muy sugerente, con pueblos y paisajes rurales muy auténticos, lejos de la influencia turística masiva.
La gente es muy hospitalaria en general, más incluso en los lugares menos turísticos o alejados, y ha sido fácil entenderse con ellos haciendo una mezcla de Castellano, Catalán e Inglés (un poco de lío a veces). La comida excelente, aunque ya era algo esperado tratándose de Italia.
Como punto negativo diré que desde el punto de vista del ciclista, no hay muchas facilidades para la práctica de este deporte, con pocas rutas alternativas a los recorridos más transitados (las veces que las he buscado no las he encontrado) y carreteras con poco arcén.
En definitiva, viaje muy recomendable para quién quiera hacer ciclismo (o no) y a la vez disfrutar de todo lo que nos puede ofrecer una isla mediterránea en estado puro.

Relación y valoración de los alojamientos visitados:
(* malo, ** regular, *** bueno, **** excelente)

Valledoria → Hotel Ariadimari ****
Santa Teresa de Gallura → Métà Hotel ***
Palau → B&B Albaluccia ***
Olbia → B&B Shardana ***
Cabras → B&B La Locanda ****
Bosa → Hotel Mannu ***
Alguero → B&B L'hippocampo **
Stintino → B&B La Posada **
Porto Torres → B&B Al Faro **

Bicicleta: Mondraker Finalist Pro, sin incidencias. 570 kilómetros entre el recorrido sobre el mapa y visitas extras, pérdidas, vueltas por ciudades, etc.
Período: 28 Junio al 9 de Julio.
Tiempo: Un día nublado, los demás sol y mucho calor, con máximas entre 30 y 35 grados.

divendres, 16 de juliol del 2010

No sé quan

no sé quan temps porto així
em sento tots els batecs
desperto aferrat al meu coixí
amb la gola i llavis secs

trobo a faltar ser jo mateix
gaudir dels petits plaers
ser un infant que ja no creix
i cremar tots els diners

vull sortir al carrer, i badar
seure als bancs, contar rajoles
omplir de sucre el paladar
com els nens de les escoles

aniré fins el mar, al port
em faré capità, pirata ferotge
deixaré el destí a la seva sort
i una estimada en cada viatge

no sé quan fa que estic aquí
omplo el temps amb hores buides
potser es hora de sortir
i deixar les meves fades

La gran teranyina

Hi havia una vegada una domadora d’aranyes, de gran destresa i poder de convicció. Tenia quatre deixebles, quatre aranyes de potes llargues, cos elàstic i una gran capacitat d’aprenentatge. Els seus noms eren Aire, Aigua, Foc i Terra, i requerien de molta habilitat i una perfecte harmonia per executar els seus números, variats i molt entretinguts. Amb les seves teles s’ajudaven, per exemple, per saltar d’un fil a l’altre fent acrobàcies i tombarelles, o rebotant contra un matalàs de teranyina. Un dels moments més interessants de la funció era quan el públic demanava recrear una figura qualsevol, que elles teixien de seguida amb exactitud. L’espectacle solia acabar amb les quatre aranyes tocant el violí, fent servir la seva tela, ben tibada, de cordes musicals.
Cada component destacava per la seva personalitat i característiques diferenciades. Aire era la més lleugera i veloç, els seus salts i cabrioles feien les delícies del públic. Aigua en canvi, era elegant i adaptable a totes les circumstàncies, Foc destacava per la seva espectacularitat, sent més efusiva que les altres. Finalment Terra era forta i tranquil•la, sovint feia de base als números on s’havien de posar unes a sobre les altres, i posava pau quan hi havia algun problema, doncs es relacionava molt be amb totes les demés.
De vegades es produïa alguna picabaralla, doncs Foc i Aigua, per exemple, no tenien massa bona relació, i terra sovint s’havia de posar pel mig. Aire i Foc eren bastant amigues, però de fort caràcter, i alguna vegada se les havien tingut.
L’equilibri però, era la nota dominant en el grup, i la clau de l’èxit. Poc a poc van anar agafant fama, el boca a boca funcionava molt bé i a tots els pobles on actuaven omplien la totalitat dels recintes. Sempre les rebien amb certa desconfiança, fins i tot hi havia qui tenia la sabata preparada per si alguna de les aranyes es posava davant. Però al acabar la funció tot eren palmes i felicitacions. La fama no va trigar a arribar a les orelles del gran rei, un home capritxós i malcriat, que celebrava cada any el seu aniversari amb una grandiloqüent festa, plena de menjar, beguda i artistes convidats d’arreu, als quals els exigia el millor de si mateixos.
Porteu les aranyes! Va ordenar als seus assessors, després de llegir l’informe que aquests li exposaren.
I va arribar el gran dia, sota un espetec de timbals i trompetes es va presentar la domadora, es va inclinar davant el rei i va esperar a que parles.
Vull el número de la gran teranyina! Li va dir.
La domadora, sorpresa, es va aixecar i nerviosa però amb la veu ferma va replicar, Ho sento gran rei, aquesta obra s’ha de demanar amb antelació, requereix de molts dies d’entrenament, setmanes fins i tot. És perillós fer-ho sense la preparació adequada.
El rei, amb les pupil•les dilatades i els colors pujats de to va respondre, Goses contradir un ordre del gran rei? Feu el que us dic, o anireu a la forca tots plegats!
Si gran rei, digué resignada la domadora. I se’n va anar a parlar amb les aranyes.
Va disposar del temps just i necessari per esperonar-les. Les hi va dir que aquell era un gran dia, el dia en que les seves proeses serien recordades per sempre més, i les futures generacions mai oblidarien. Les aranyes, motivades i concentrades, es van posar potes a la obra.
El número era una explosió de llum, color, foc, teles per aquí, teles per allà, acrobàcies i saltirons, tot a gran velocitat. Teixien tant ràpidament que quasi no donava temps a veure per on anaven, Foc deixava anar focs d’artifici, anant en compte de no cremar cap fil i arruïnar-ho tot. Alhora, Vent filava a gran velocitat mentre Aigua i Terra anaven donant forma a una descomunal teranyina fins a aconseguir un tapis immens que ocupava quasi tot el sostre del palau reial.
Al final les aranyes, exhaustes, es van deixar anar lentament cap a terra, cadascuna per un fil diferent, tocant el violi amb ell mateix. Una esclat de joia va inundar el palau, i el rei, cofoi, va admetre que mai havia vist un espectacle similar.
Diuen que des de llavors, a palau quan troben una aranya es queden expectants durant una estona per veure si actua d’una manera diferent o decideix fer sonar un violí.
Les quatre aranyes es van dedicar a fer carrera en solitari després d’allò, i van demostrar la força de la naturalesa que eren individualment. Però mai van superar la sublim obra d’art resultant de la seva unió en harmonia.

dimarts, 13 de juliol del 2010

El ciclista i la tortuga

Anava un ciclista fent quilòmetres per carreteres secundàries i solitàries, a ple estiu, a l'hora en que el sol mana sobre el cel i la terra amb fermesa. Amb una pesada motxilla sobre les espatlles, plena de tot allò estrictament necessari per fer camí durant dies, pujava per un d'aquells típics turons de la geografia mediterrània, entre oloroses pinedes i matolls punxeguts musicats pel cant de les cigarres. El ciclista va distingir per fi el final de la rampa i es va quedar mirant aquell tros d'asfalt, el seu més immediat objectiu. Sorprenentment, alguna cosa es movia al mig de la carretera. Al arribar a dalt va poder veure una tortuga avançant lentament però decidida, creuant la carretera transversalment.
Va sentir una immediata compenetració amb aquell ésser que, anàlogament a ell, s'esforçava per arribar al seu destí amb la llengua seca i l'esquena carregada, així que decidí conversar amb ella.
On vas tortuga?
Al oest, on hi ha talls més tendres.
Sembles molt segura.
Nosaltres no ens podem permetre dubtar, rectificar el camí pot ser fatal a aquestes velocitats. En canvi vosaltres teniu la capacitat del dubte, i això us fa més savis.
I si no trobes els talls tendres?
Hauré d'assumir l'error.
Això em fa pensar en algunes persones que tampoc dubten mai, només manen, però aquests quan s'equivoquen no assumeixen l'error.
Llavors tenen menys capacitat mental que una tortuga.
A mi em sembles força sàvia. No has pensat en deixar la carcassa i anar més de pressa?
He vist les dificultats que hi ha arreu per trobar un habitatge segur, jo he nascut amb ell, creus que renunciaré a aquest privilegi? I tu noi, no has pensat en viatjar amb una d'aquelles bicicletes voladores i anar més de pressa?
Voladores?
Si, que són més amples i fan molt soroll.
Vols dir les motos, no són voladores, van per terra.
Des de la meva perspectiva tot el que passa de certa velocitat em sembla que vola. No vols volar llavors?
El sol fet d'haver tingut temps d’aturar-me per xerrar amb tu ja és per si sola una raó per viatjar així.
I la tortuga va seguir el seu camí, arribant a l'altre costat de la carretera. El filferro d'una tanca separava la vorera del descampat, va posar una pota per sobre el fil, desprès un altre, llavors va semblar quedar-se bloquejada per uns instants, fins que amb les potes del darrera es va donar un petit impuls i va poder superar aquell obstacle i avançar camp a través...



Espero que la teva perseverança et faci arribar molt lluny, amiga meva.