Que se te caiga un canino y esperes un regalo del ratoncito Pérez es algo normal si tienes cinco años, pero cuando algo parecido piensas que va a ocurrir a la edad en que ya se tiene barba o menstruación, significa que algo raro pasa. Es como cuando nuestros padres y abuelos creían convencidos que España era una grande y libre (bueno, no todos lo creían), pensamientos inducidos por la falta de información (o más bien dicho, información tergiversada), unida a dosis de represión y aislamiento del exterior.
Eso mismo les ocurre a nivel unifamiliar a los protagonistas de esta película, viven en un mundo ficticio, limitado por el espacio de la parcela de su casa, con sus propias reglas y lenguaje. La historia discurre a un ritmo pausado, cerebral, se nos muestra casi a modo de documental, sazonado con exquisitas dosis de humor negro. De esta manera todo parece más creíble y poco a poco vamos entendiendo todo el tinglado que hay organizado en esa casa.
Quizás como punto negativo en mi opinión, pienso que Giorgos Lanthimos no supo encontrar un buen final a la película, no le culpo, me lo imagino releyendo el guión medio acabado y pensando, “a ver como termino ahora esto”.
Recomendada para todos los buscadores de algo original a la vez que entretenido. Permite además, una dosis de reflexión sobre como actúan ciertos tipos de sociedades para controlar a sus individuos a su merced.

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