Primavera

La primavera sea probablemente mi estación favorita, por una sencilla razón, me gusta el verano. Soy de esas personas que disfrutan más con los prolegómenos de algo agradable que del propio hecho en si mismo. ¿Acaso no es el primer sorbo de una refrescante cerveza el más sublime? ¿Acaso no es el primer beso el más tierno? ¿O no es la luz del alba la más cándida?

Si tuviera que escoger una imagen reveladora de la primavera, sería fácil aludir a las flores, al buen tiempo, o a los primeros escotes. Sin embargo yo me quedo con mis siestas dominicales en el sofá, con la luz del sol entrando por la ventana y la música de Quique González de fondo. Es un hecho imposible de disfrutar en cualquier otra estación, puesto que en invierno o en otoño no entra el sol hasta tan adentro, y en verano literalmente me achicharro vivo. No se porqué la música de Quique se aclimata tan bien a esta situación, quizás por su estilo intimista, o por sus letras evocadoras, o por su voz suave y tranquilizadora. El caso es que cuando el sueño llama a mi puerta, calentado por el sol, mimetizado con el sofá, con gato ronroneante en la espalda quizás, suelo tener placenteros sueños. Al despertar, babilla en boca, tengo la sensación de haber experimentado aquel abstracto concepto al que suelen llamar felicidad.