No faltan tampoco guiños a otros directores a los que homenajea (muchos de ellos influencias en su obra). Como muestra la escena en que, mientras escucha una música por teléfono para escoger si es buena para la película, recibe un paquete por correos que estaba esperando. Al abrirlo se nos muestran libros de Buñuel, Dreyer, Lubitsch, Bergman, Godard, Hitchcock, Rossellini, Howard Hawks i Bresson.
Podría parecer que es una película de corte distinto a otros trabajos del maestro francés, pero sería un error, puesto que hábilmente y utilizando un tono realista y nada peliculero precisamente, las vivencias de los actores, técnicos y demás extras son el pretexto perfecto para hablarnos de temas recurrentes del director, el amor, las relaciones triangulares, la fragilidad y complejidad de los sentimientos humanos. Para ello se nutre de distintos y variopintos personajes, que ayudan a crear las distintas tramas de manera entretenida y divertida. Destacan Jean-Pierre Léaud como joven actor inestable emocionalmente y Jacqueline Bisset como estrella americana invitada.
El ritmo de la película es alto, como lo es un rodaje, se alternan escenas cómicas con otras más dramáticas o trascendentales, lo que hace pasar el metraje en un suspiro y deja una muy buena sensación al finalizar. Recomendada por tanto para cualquier tipo de espectador.

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