dimecres, 11 de maig del 2011

La strada (Federico Fellini, 1954)

La Strada se enmarca aún, a diferencia de posteriores obras de Fellini, dentro del neorrealismo, como reflejan sus escenarios exteriores poblados por clases desfavorecidas de la sociedad italiana en la posguerra. En ese contexto destacan sus dos personajes principales, en cuya caracterización y magnífica interpretación recae la mayor parte del interés de la película. Tanto Anthony Quinn, el rudo Zampanó, como Giulietta Masina, la inocente Gelsomina, bordan sus papeles hasta el punto de engancharnos con la historia desde el primer minuto.
Gelsomina es vendida como ayudante por su familia a Zampanó, un feriante ambulante, que deambula de pueblo en pueblo haciendo su número de forzudo y viajando con una vieja motocicleta caravana (lo que casi convierte la película en ocasiones en una road movie). A Zampanó lo mueve básicamente su espíritu de supervivencia, y carece de cualquier capacidad de mostrar afecto o relacionarse con otras personas, en cambio Gelsomina es sencilla e infantil pero con ganas de salir adelante, tarea sumamente complicada al lado de su bruto compañero, en un mundo lleno de miseria y sin oportunidades.
Fellini consigue retratar las dificultades y penurias de los protagonistas como reflejo de la sociedad de la época, y lo consigue mediante un relato entretenido, emotivo y original, convirtiendo a la obra en un clásico imprescindible.

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