divendres, 6 d’agost del 2010

Cuento de Verano (Éric Rohmer, 1995)

Ahora que estamos en verano, y en el año de la muerte de Eric Rohmer, quisiera comentar este precioso Cuento de Verano, que forma parte de sus cuentos de las cuatro estaciones; que sirva además de pequeño homenaje. Rohmer tiene una filmografía enormemente coherente, algunos dirán repetitiva, pero yo pienso que la temática de sus películas, las relaciones humanas y de pareja, es tan compleja que tiene infinitas posibilidades si se le sabe sacar partido.
Y él lo hacia, sin duda, con sus historias aparentemente sencillas, con una apabullante naturalidad de los personajes, sin efectos ni artificios, dejando evolucionar el guión por si mismo, arropado por inteligentes charlas y apacibles paisajes.
Esta historia nos sitúa en un pueblo de la Bretaña, entre playas, mareas y relajantes paseos por la arena. Cuenta como a un joven matemático (Gaspard), aficionado a tocar la guitarra, y poco dado a las relaciones debido a su carácter introvertido, el destino le depara tener que escoger entre tres mujeres (por suerte o por desgracia). La primera (Lena), su presunta novia antes de visitar el pueblo, no esta segura si su relación se basa en la amistad o algo más. La segunda (Margot), a la que conoce allí, es mas bien su confidente y amiga, aunque con el tiempo eso se va transformando hacia algo más. La tercera (Solene) es un ligue incitado por Margot, quien adora su música y se lo pone fácil, pero no le acepta indecisiones.
Bajo este panorama la película transcurre entre diálogos, ahora con una en la playa, ahora con la otra en la barca, ahora en el campo, ahora en la creperia. El pretexto de dichas conversaciones no es otro que reflexionar sobre lo que mueve a las personas (sobre todo a la edad de los protagonistas) en cuestiones amorosas, siempre desde un punto de vista racional, puesto que en ningún momento actúan de forma excesivamente pasional.
Personalmente me hubiera quedado con Margot sin dudarlo, excelentemente interpretada por Amanda Langlet, aunque supongo que en casos así la mente se nubla de tal modo que uno pierde el poder de decisión.

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