dimarts, 19 d’octubre del 2010

El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973)



Un pueblecillo aislado en la meseta, durante la posguerra.
Los preciosos ojos de una niña, ensimismados, mirando una pantalla de cine.
Abejas zarandeando en una colmena artificial.
Un hombre solitario escribiendo, hasta quedarse dormido junto el candor de una vela.
Un ventanal de formas colmeneras, translúcido, emitiendo un halo de luz ámbar durante la noche.
Una mujer melancólica echando una carta en el buzón de un tren.
Una vía en medio de la nada y una locomotora de vapor silbando a lo lejos.
Dos niñas susurrando en su habitación acerca de los espíritus.
Un plano fijo de la escuela, con los infantes entrando sin prisa a la luz del alba.
Niñas jugando en un caserío abandonado, con el viento siseando a su alrededor.
Un camino hasta el horizonte, alejándose del pueblo, recorrido por una vieja bicicleta.
Una noche estrellada y una niña cerrando los ojos, usando su fantasía.

Para algunos será una película aburrida, en cambio otros disfrutaran de cada fotograma, se les encogerá el alma y volverán a su infancia. Duele ver como un poeta como Víctor Erice ha hecho solamente tres largometrajes en toda su vida, y en cambio el estado, en pleno siglo veintiuno, sigue subvencionando “españoladas”.
Una historia sobre la luz de la niñez en tiempos oscuros.

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