Casi sin darme cuenta, me encuentro escribiendo su nombre en Google, curiosa manera de tener noticias de alguien. Será quizás porque anoche soñé con ella, después de un largo tiempo.
Nos íbamos de viaje, subimos a un tren, otra vez, aunque en esta ocasión desconocía su destino. Ella miraba por la ventanilla, a ratos soleada según el paisaje exterior. Yo observaba su cara, sin duda era ella, mantenía sus rasgos principales, los que tanto me encandilaban, aunque su rostro no era el mismo, diferían pequeños detalles, algunas formas no familiares. Me duele pensar que he olvidado parte de ella. Solía pasarme horas contemplándola, su mirada transparente y juguetona me dejaba en un estado de dulce melancolía, de calma excitación, algo difícil de reproducir por un sueño o recuerdo.
Quizás por eso he despertado con aparente indiferencia, consciente de haber perdido tan solo una sombra, un espejismo. Lo último que recuerdo antes de abrir los ojos es haber cogido su mano, puedo sentir aún su calor, su complicidad, la que tanto eché de menos en su momento.
No he encontrado nada en internet, mejor, quiero empezar cuanto antes con mis actividades diarias. El tiempo irá desdibujando estas imágenes, hasta borrarlas, o hasta que mi subconsciente me vuelva a traicionar. Entretanto su recuerdo se va difuminando, volviéndose cada vez más pequeño hasta permanecer para siempre enquistado en alguna parte de mi cuerpo.
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